Crónicas

Cerro Tute – Santa Fe de Veraguas

Esta región en tierras altas está llena de cultura, historia y senderos increíbles. El Cerro Tute marcó mi primera experiencia de campismo y larga caminata cargando mochila con La Tribu Guarumo.

Ficha Técnica:

  • Destino: Acampada en las faldas del Cerro Tute y cima durante la mañana. Cerro Tute se encuentra en Santa Fe, Veraguas, Rep. de Panamá.
  • Transporte utilizado: Automóvil.
  • Tipo de sendero: Fácil, pero requiere condiciones si deseas caminar desde el inicio de la carretera.
  • Tiempo: 1 hora con 45 minutos para llegar a las faldas del Cerro + 45 min aproximadamente para llegar a la cima. Wikiloc (cortesía de Chete).
  • ¿Qué necesitas?: Guía para llegar a la cima caminando, agua (guía por venir), snacks ligeros, atuendos cómodos.

A pocos días de un fin de semana largo de fiestas patrias, me encontraba con un fuerte dolor en las piernas y los pies. Mis uñas sufrieron daño por un descuido mío con las botas durante el sendero anterior. Me tomó tres días hasta que ese miércoles recordé que tenía ungüento para ayudar con el dolor.

Durante esa semana me enteré de una excursión de varios días por la cordillera central de Coclé, sin embargo fue difícil coordinar con sus organizadores ya que no respondían con tiempo los correos, generando desconfianza en mi mente principiante. Por ello decidí asistir a la actividad de la Tribu Guarumo, en este lugar el cual pronto quedaría por siempre recordado.

El pueblo de Santa Fe ha sido protagonista de eventos históricos de Panamá y el Cerro Tute en particular protagoniza un capítulo en ella . Además, es un cerro con una forma bastante particular e iconica.

Camino hacia el Cerro Tute

Siendo una excursión con campismo decidí aprovechar que tenía una tienda de acampar amplia, la cual ya había utilizado hace un año atrás en San Blas con éxito. La mochila que tenía sería muy pequeña para la tienda, el agua y la muda de ropa, por lo que pude obtener una prestada por mi hermana de 65 litros. También recuerdo conseguí una bolsa de dormir básica, que aún utilizo y una lampara sobreviviente de una inmersión en las cuevas de Bayano.

¿A donde voy con todo este preámbulo? Llevaba mucho peso y al igual que el movimiento de 1959, poco entrenamiento y no sabía lo que venía.

Desde la Ciudad de Panamá hasta Santa Fe de Veraguas se puede tomar hasta 5 horas de viaje. La mayoría a través de la interamericana, pero al salir de esta carretera, empezamos a ganar altura desde el auto y también bonitas vistas de fincas y cerros. En el camino se encuentra el poblado de San Francisco, otro lugar con historia y punto de parada obligatorio para conocer la iglesia de San Francisco de la Montaña, la cual data del año 1630.

No mucho después llegamos a Santa Fe. La primera parada fue en el centro del poblado para buscar donde comer y decidir la siguiente actividad. Quedamos en un kiosco, al cual hemos retornado en futuras ocasiones. Ahí tuvimos la opción de comer desde pollo, hasta puerco con arroz con guandú y un picante que por seguridad digestiva decidí no probar hasta el retorno, pero que definitivamente llamó mi atención.

Cascada en Alto de PiedraSiendo alrededor de la 1PM, aprovechamos que teníamos tiempo ya que la idea era subir hasta las faldas del cerro y llegar poco antes del atardecer, para visitar una cascada popular y de fácil acceso en el sector de Alto de Piedra. A la cascada se llega primero en auto hasta una entrada al lado de la carretera, para luego bajarse y caminar unos 10 o 15 minutos por un sendero algo resbaloso, en esa época. El lugar es muy bonito y logró superar mis inhibiciones de bañarme en agua fría sin camisa (les he dicho que soy una persona introvertida, ¿cierto?).

Después de disfrutar del chapuzón, nos dirigimos a la calle que da acceso al Cerro Tute. Este acceso está señalizado, solo toca estar atento al letrero desde la vía principal hacia el centro de Santa Fe. Aquí nos bajamos todos de la caravana, cargamos nuestras mochilas y empezamos a caminar.

El camino para mí fue arduo y bastante inclinado. Ahí aprendimos que el acceso es una carretera, mayormente de piedra, la cual pasa primero por residencias y luego por fincas. De esta ocasión recuerdo el enorme cansancio y el peso sobre mis hombros por la mochila que no tenía el tirante de esternón. No recuerdo cantidades exactas, pero el consumo de agua fue enorme. Curiosamente mis pies no sufrieron tanto ya que se habían logrado recuperar y las botas ya se habían ajustado mejor.

Del grupo la mayoría lograron subir a buena velocidad, mientras que yo estuve un poco rezagado con unas cuantas personas al final del grupo. En un momento también tuvimos un encuentro cercano con un convoy de vacas, acompañados de su vaquero y un señor uniformado. Cuando notaron que estábamos grabando y tomando fotos nos pidieron por favor no hacerlo, aunque no me queda claro el motivo. Dejamos pasar las vacas las cuales con gran naturalidad y mayor velocidad que nosotros siguieron su camino hasta desviarse dentro de una finca.

Otra eventualidad es que una de las chicas de nuestro grupo quiso preguntar si estábamos tomando el camino correcto hacia el cerro, ya que habíamos llegado a una bifurcación. Pasamos por una casa y ahí ella entabló conversación con uno de sus habitantes. Le llamaremos Juan porque no recuerdo su nombre. Después de confirmarnos que íbamos en dirección correcta ella se despidió con una broma, de pedir le llevara café para la noche allá arriba.

Las horas pasaban, se sintieron como cuatro, pero fueron dos para tratar de ser precisos, cuando llegamos a una curva con una espectacular vista de cerros de un lado, detrás un arcoiris, y delante de la curva el imponente Cerro Tute ya se podía apreciar. ¡Por fin!

¡Al Fin!

¡Al Fin!

En este momento notamos que todo el recorrido hasta las faldas del cerro había sido por una carretera, por lo que la larga e inclinada caminata pudo haber sido ahorrada ya sea con autos doble tracción o los taxi rurales del área. Aunque nadie podía negar que fue un excelente entrenamiento. Una vez ahí, re-energizado por las vistas, solo fue cuestión de 30-45 minutos de caminata hasta el punto donde decidimos acampar.

Fue aquí que hubo un momento de decisiones y aprendizaje. Por un lado, caía un hermoso atardecer. Por el otro, se oscurecía, por lo que haría más difícil alzar la tienda. Sumado a esto, varios que llegaron antes fueron buscando los mejores espacios para acampar y con la caída del sol, empezó a soplar una fuerte brisa. Saqué mi carpa, obtuve ayuda de otros y el colega senderista Chete, quién ademas le hubiera tocado compartir la amplia tienda conmigo, para ponerla contra la brisa que nos retaba. Lastimosamente, el gran tamaño de la tienda la exponía aún más a la brisa, y aunque yo me sentía confiado de que la tienda podría aguantar, por la voz de la experiencia y el querer evitar re-armar una carpa en medio de la noche (no es bonito, les podría contar), se tomó la decisión grupal de que dormiríamos en otras carpas compartidas. No me divertía la idea, pero la propia definición de aventura indica que los eventos inesperados son los que siempre se deben esperar.

Caída la noche, parte del grupo empezó a buscar leña para una fogata, la cual poco después quedó encendida por buena parte de la noche. Hicimos los tradicionales malvaviscos sobre la fogata. Otra tradición que descubriría sería la que tendría La Tribu Guarumo por aprovechar la soledad de la noche para jugar a Retos o Verdades. Por mi parte la única verdad que les puedo contar es que desde niño intenté jugar penitencia con mis amigos del barrio, pero fue por gusto ya que nunca me agradó la idea de sentirme obligado a hacer o decir algo. Yo no participé del juego pero como testigo solo les diré que si quieren saber lo que sucede en esos juegos, tendrán que irse de camping con La Tribu.

Tradición de fogata.

Tradición de fogata.

¿Recuerdan a Juan? Probablemente cerca de las 8P.M. vimos una pequeña luz de celular subiendo hacia nuestro sitio de campamento. Juan vino con un termo lleno de café, el cual por cierto es cosechado en las mismas tierras de Santa Fe por una cooperativa para consumo local. En el camino por todos los senderos iría poco a poco aprendiendo más sobre la amabilidad que desconocidos puedan tener. Personalmente, me dio pena (a futuro aprendería a superarlo), no acepté el café para que otros pudieran disfrutarlo. A Juan también se le invitó a una copita de vino que uno de los caminantes tuvo el sacrificio de cargar, por ser indispensable para la sesión de Retos o Verdades.

El pasar de la noche y su brisa trajo un frío para el cual no estaba preparado, en mi enorme mochila no había abrigo! Eventualmente ni el calor del circulo o la fogata superarían el frío y cansancio que llevaba del largo día. Ya mucho antes el compañero Gooseman, había ingresado a su tienda. Como buen colega introvertido probablemente sabía de antemano que era hora de retirarse. Yo entonces me retiré a mis aposentos compartidos, una pequeña tienda sin cobertor, la cual poco después sería azotada por la brisa y dos cansados acompañantes más. A pesar de no tener abrigo, si tenía la bolsa de dormir, por lo que la temperatura dentro fue lo único cómodo de la experiencia.

Cuando una tienda no tiene cobertor, el clima frío combinado con el calor dentro de la tienda genera condensación, lo que se traduce en gotas de agua cayendo sobre tu cara mientras duermes. Sumado a los fuertes vientos, la sensación de bofetadas de lona y agua duraron toda la noche.

Alrededor de las 5:30 A.M. nos levantamos (despertar no aplicaría en esta ocasión) con la intención de subir el resto del cerro y así disfrutar un amanecer desde su cima. A esa hora el frío fuera de la bolsa de dormir me tenía temblando a pesar de usar dos camisas. Chete al notar esto me prestó una camisa adicional que él tenía, lo que fue de gran ayuda.

Lo bueno de caminar es que generas más calor y con eso la subida fue corta y entretenida, siguiendo hasta donde las lamparas iluminaran en la oscuridad. Poco después nos encontramos en la cima, donde la neblina dominaba las vistas alrededor mientras amanecía. Esto no restaba a la belleza del lugar ni menos detendría las sesiones de fotos de los distintos miembros de La Tribu que sumaban otra cima más lograda.

De bajada las vistas fueron mucho más impactantes. Llegamos al «campamento base» para un breve y pequeño desayuno y así empezar a empacar nuestras pertenencias. Más vistas mañaneras fueron recompensando el retorno, que luego de bajar el cerro se sintió largo a través de la carretera. Aunque el retorno fue más rápido, el cansancio iba ganando. Nuevamente Chete al rescate, al llegar antes a la caravana decidió subir con su auto doble tracción a ayudar a recoger otras personas. Yo estaba cerca por lo que seguí caminando pero ya sin el peso de la mochila que le entregué, aliviando enormemente mis hombros.

Justo cruzando la carretera de la entrada hacia el Cerro Tute, hay un acceso a un río, el cual fue aprovechado por varios de los que fueron llegando para refrescarse. Yo decidí descansar cerca de mi auto. Antes de retornar a la capital, paramos una vez más en el kiosco por un desayuno bien merecido. Además, aproveché para comprar en el mercado a un lado una bolsa de Café Tute como souvenir.

El mejor final para este trip y una excusa más para regresar.

El mejor final para este trip y una excusa más para regresar.

Esta excursión cerraría para mí el 2014, y definitivamente solo sería el comienzo de lo que Santa Fe tendría para ofrecer.

Para finalizar esta entrada deseo agregar que retorné en el 2015 y hay un acceso por carretera fácil de utilizar con un vehículo doble tracción. De hecho es posible llegar casi hasta la cima en auto, aunque recomiendo que el recorrido desde las faldas del cerro sea a pie para disfrutarlo por completo.

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