Aventuras

Asalto al Cerro Banco

Para carnavales tuve la oportunidad de visitar por segunda ocasión la comarca Ngäbe-Buglé. El objetivo principal sería llegar a la cima del Cerro Banco, lo cual requirió muchas horas de caminata, exploración y enfrentar el viento de la montaña. La experiencia inició antes de llegar ya que pude confirmar mi asistencia en el último momento. Estuvimos 4 días en un pedazo de paraíso. A continuación todo lo acontecido.

No fue fácil, pero todo salió bien.

No fue fácil, pero todo salió bien.

Para poder asistir a este evento, que tomaría 5 días, tenía mucho que poner en orden. A inicios de enero, poco después de retornar de Volcán Barú, recibí un cachorro. Esto significó dejar de salir varios fines de semana para poder cuidar de Sir RuJack Dogman. Una semana antes me invitaron a una caminata de un día y tuve quien me lo cuidara unas horas, pero no sería lo mismo buscar me cuidaran mi cachorro por una semana entera. Afortunadamente RuJack encontró días antes de partir en mi padre y su esposa nuevos padrinos, quienes con gran felicidad lo recibieron y cuidaron.

El mismo día de partida aún compraba la comida que llevaría y terminaba de empacar toda la mochila. En esta ocasión tuve el honor de participar con un excelente grupo organizado y guiado por el Prof. Bonarge. No era la primera ocasión que sendereamos pero estoy esperando llegar al final de las crónicas para compartir más detalles sobre los trips anteriores, que por distintos motivos fueron muy especiales para mí.

Así entonces el punto de encuentro sería en Westland Mall en Panamá Oeste. Ahí también llegaría Gooseman con el resto de las participantes, una de las cuales también viajaría conmigo y el Prof. Bonarge en mi auto. En ese momento tuve la sorpresa al revisar mi mochila que el camelback estaba filtrando agua lentamente. Seria hasta el penúltimo día que notaria que estaba mal cerrado el sello, pero entonces no había tiempo que perder así que tocaría resolver eso después.

Nuestra primera parada sería en la salida de Coronado en Chame para hacer compras rápidas en el súper y una cena rápida en el Pio Pio. Luego otra parada en Santiago para reponer combustible y comprar cafe y merienda. De ahí el trayecto en auto recorrería la carretera en construcción Santiago-David hasta cruzar el puente del río Tabasará. Inmediatamente giramos a la derecha y nos adentramos hacia la Comarca Gnäbe-Buglé.

La carretera asfaltada distrae el sueño, mas no la impaciencia, durante la larga noche con todas las curvas, subidas, bajadas y huecos en el camino hasta llegar a la entrada de Llano Ñopo. Al lado de una parada frente un puente peatonal estacionamos nuestros autos para caminar unos 10 minutos a donde sería nuestro primer sitio de campamento. La noche es fresca, especialmente por la fuerte brisa que acompañaba. A las 2:00 A.M. instalamos nuestras hamacas y una tienda cerca de una escuela. Como curiosidad, no llega la señal del móvil, pero la escuela tiene una red abierta de wifi con conexión a internet. Aprovecho para avisar sobre mi llegada ya que sería la última vez durante esta aventura que estaría conectado.

La noche pasa. Aún al dormir en campamento me despierto cada hora. A través de la madrugada se escuchan de vez en cuando gente transitando por el área. El más llamativo para mí fue un señor con música típica en su altavoz, salomando y con pisadas fuertes pero erráticas avanzando a través de la oscuridad.

Dia 1

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Llega la mañana y me entero que el sitio tiene un pequeño restaurante en frente. El menú consiste en lo que había en ese momento, hojaldres y salchichas. Más que perfecto para la ocasión. Hice también una excepción y tomé desde temprano una soda, ya que sería también la última bebida helada que tendría por varios días.

Aproveché mientras todos reposaban del desayuno para sacar el drone, que por primera vez empacaba en mi mochila de 45 litros. Agregaba 10 libras más pero desde hace mucho tenia que resolver la incógnita sobre si podría cargarlo conmigo durante una misión de trekking. Al parecer la respuesta fue un sí, pero volarlo fue otro cuento. Las ráfagas de viento, que solo tomarían más fuerza, no permitirían controlar de manera segura el Phantom 2 con GoPro y gimbal.

Contracorriente

Contracorriente

Una ventaja de elegir hacer trekking en estos días es que nuestro itinerario sería holgado y nos permitirá caminar con mayor calma. Esto se traduce en mejores descansos, mayor tiempo para disfrutar el ambiente y más luego para poder llegar a la cima de la cual no conocíamos la ruta que debiéramos tomar. De hecho, ya varios del grupo con el Prof. Bonarge al mando habían intentado en un día llegar, pero se dieron cuenta que requeriría más tiempo hacerlo de manera segura.

Ya casi... en verdad, no.

Ya casi… en verdad, no.

Caminando

Caminando

Con la ayuda de dos locales, uno de ellos tocayo mío de nombre y apellido, emprenderíamos nuestro camino. El mismo sería utilizando los mismos senderos que unen fincas y comunidades aledañas, subiendo y bajando cerros, hasta llegar a «donde Dele», una familia a cargo de todo el terreno que rodea el Cerro Banco, nuestro objetivo principal.

Pedacito de paraíso

Pedacito de paraíso

La finca que sería nuestro campamento base durante los próximos días era un verdadero pedacito de paraíso. Cerca de ella cruzaban multiples quebradas. Nuestra segunda misión sería seguir un circuito de quebradas con cascadas, pero sobre esto les contaré más adelante. En la misma vivia una familia, quienes serían nuestros anfitriones para gran fortuna del grupo. También nos dieron la bienvenida una gran variedad de mascotas y animales de granja. Yo recordando a mi cachorro decidí llamarle a todos RuJack.

En lo que resto de la tarde buscamos donde instalar nuestros campamentos. Yo encontré lo que pensé sería un lugar con excelente vista. Lo que no consideré en el momento es que la fuerte brisa iría aumentando en lo que finalizaba el atardecer. Al día siguiente me tocaría cambiar de sitio pero en ese momento me tocó utilizar la mayor cantidad de líneas de cuerda y nudos que jamás me había tocado instalar. Mi primera cena consistiría en una sopa de ramen preparada con mi estufa, la última vez que la utilizaría. Además, nuestra familia anfitriona nos ofreció carne para cocinar. Mi campamento no fue perfecto, pero la hamaca quedo muy bien instalada y lograría sobrevivir aunque con la gran molestia de escuchar el techo de la hamaca sonar y mecerme al golpear durante toda la noche. A pesar de esto, seguramente gracias al cansancio de la caminata, logre dormir igual de bien que la noche anterior.

Día 2

Viene lo bueno

Viene lo bueno

Llega la segunda mañana de carnavales, un domingo de carnaval en las montañas. No podía pedir nada mejor. El fogón fue puesto por nuestros anfitriones y mi grupo puso el café, avena, maicena y otros detalles para desayunar.

Salimos aproximadamente a las 9:00 A.M. por las praderas y cerritos hacia nuestra misión principal: la cima de Cerro Banco. La apariencia del cerro puede engañar de muchas maneras: Sus praderas cortas con relativamente pequeñas secciones boscosas no dejan percibir sus aproximados 1400 metros sobre el nivel del mar a simple vista, sus parches oscuros dan la impresión de haber sido producto de la quema, aunque no es el caso. Cerros que suben y bajan en el camino no permiten ver todo su esplendor, por lo que parece estar más cerca de lo que en realidad está. Sumado a todo esto, el incesante vendaval sería el equivalente de caminar sobre arenal, cada paso consume la energía de dos. Sería necesario buscar la ruta más eficiente y directa ya que el lugar es muy poco visitado. Afortunadamente nos conformaba un equipo con excelente guía y personas 100% dispuestas a la aventura.

Nuestro destino

Como mencioné antes, el cerro estaría cubierto de secciones oscuras, que al acercase empezarían a brillar bajo el sol, revelando ser cuarzo. Llevaba mucho tiempo sin ver este mineral en-situ por lo que fue una de muchas agradables sorpresas.

Iniciando por senderos rurales empezamos a cruzar por el camino en zig-zag creado por el ir y venir de las vacas del área. Esta estrategia puedo decir que la he visto funcionar con éxito anteriormente. Sin embargo, más adelante tuvimos que buscar una ruta más directa. Esto requeriría cruzar por un par de secciones boscosas. Por un lado representa algo de dificultad ya que requiere mayor esfuerzo mental para la orientación y físico para subir y bajas secciones inclinadas. Con la ayuda de sogas esto no fue problema. Por otro lado estas secciones son resultado de quebradas y ojos de agua que además de alimentar todo su recorrido nos servirían como constantes puntos de hidratación y de hermosas vistas.

A partir de los 1000msnm la temperatura empezaba a descender. Me llamó mucho la atención después de 4 horas de caminata con varios descansos, ya estábamos sobre los 1400msnm y la fuerte brisa mantenía una temperatura por debajo de los 20°C. a pesar de tener el fuerte sol de la 1:30 P.M.

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Había cargado con el dron, a sabiendas que probablemente no podría utilizarlo, pero no quería perder la oportunidad si se presentaba. Hice un último intento aproximando la cima, pero el viento no permitía subir ni controlarlo de manera segura. De hecho, desde el suelo y aún apagado, las helices no dejarían de rotar rápidamente, lo que requirió mayor cuidado para volver a almacenarlo en la mochila.

Brisa, frio, cansancio y vistas.

Brisa, frio, cansancio y vistas.

Así entonces llegamos todos a la cima de 1450msnm. En la misma pudimos observar algunos entierros indigenas. En cuanto al panorama, fue incomparable. Por un lado se veían otras hermosas montañas similarmente con quebradas y bosques corriendo como venas. Hacía el pacífico primero vemos el recorrido del Río Tabasará, el cerro Peñas Blancas con su peculiar formación de roca y al fondo se vislumbraba el Golfo de Chiriquí.

Recompensados por las vistas, nos toca retornar. Encontraríamos un par de atajos por las quebradas que inicialmente requerirían descender con soga pero finalmente cruzarían por secciones más sencillas. Sin embargo, en las secciones abiertas nos volveríamos a topar con la brisa.

De hecho, nuestro largo recorrido coincidiría con el inicio del atardecer, el cual además traería un vendaval aún mayor. Ya había experimentado fuertes vientos en cerros anteriores, que requerían mayor cuidado al andar. Esta sería la primera vez que tenería yo, al igual que el resto del grupo, permanecer arrodillados por la fuerza de la montaña alrededor de 2 minutos a las 5:25P.M.

No puedo negar que esta dificultad causo un par de resbalones o caídas y una gorra perdida por una de nuestras compañeras, pero en todo momento pudimos con paciencia y seguridad seguir descendiendo hasta llegar a las praderas sin peligros y eventualmente a nuestro campamento base. Ahí nos esperaría un almuerzo/cena por parte de nuestros anfitriones insuperable: un arroz lleno de guandú fresco, un sancocho de carne con la mejor yuca que he comido, al menos en mi memoria. Tal vez era el cansancio o más probable el hecho de disfrutar de comida con ingredientes realmente frescos.

Para esta ocasión también movería mi hamaca unos metros hacia una pequeña sección mejor resguardada del viento por algunos árboles. Ahí pondría un par de líneas de cuerda para evitar el jamaqueo de la hamaca, pero no necesitaría del techo y disfrutaría de otra noche directamente bajo las estrellas. De hecho, en esta ocasión dormiría despertando cada 2 horas.

Día 3

Buenos días, de veras.

Buenos días, de veras.

El cantar de gallos, otros pájaros y la luz mañanera me despiertan en paz. Eventualmente me levanto y busco un lugar para improvisar como sanitario. Me detengo frente unos arbustos y a unos metros de lado avisto una serpiente, la cual por su descripción de negra-roja-amarilla me explicarían fue una «coral falsa». Es la tercera vez que veo una serpiente en senderos y la primera que me topo por mi propia cuenta.

Bajando a unos metros de mi sitio de campo se ve una escena de armonía entre los animales de granja: patos, cerdos, gallos, gallinas, perros y pavos buscando y merodeando por alimento. Más al fondo ya el fogón espera, aunque siendo temprano aún la mayoría de nuestro grupo de expedición dormía. Sería alrededor de las 8:00A.M. que desayunaríamos.

Bajando

Bajando

Poco después saldríamos todos excepto Gooseman, quien sintió gran desgaste el día anterior y prefirió quedarse a disfrutar del campamento, la brisa y su hamaca. El resto nos fuimos con Nestor, quien además de anfitrión se convertiría hoy en nuestro guía para visitar unas cascadas. El recorrido resultaría ser un circuito con un inicio bastante inclinado de bajada. Pero con su ayuda nos prepararía el terreno para poder bajar con mayor seguridad a la primera de muchas cascadas que visitaríamos.

El sitio obliga.

El sitio obliga.

No se si sabía que iba a tomarle foto pero la pose iba de todas formas.

No se si sabía que iba a tomarle foto pero la pose iba de todas formas.

Cada una estaría conectada por quebradas. El único inconveniente fue el inclinado camino de subida por le resto de cascadas, a través de áreas boscosas que en muchos casos estamos seguros jamás habían sido recorridas, al menos no por nadie fuera de la comarca. La primera cascada era conocida como Salto del Caraño, pero el resto de los sitios ni siquiera tenían nombres. En el recorrido se podían encontrar gran cantidad de flora, incluyendo orquídeas. Una de nuestras compañeras también nos encontró con gran entusiasmo una rana para observar. Mientras más subíamos, más lograba notar la claridad del agua.

Obligatoriamente aprovechamos la oportunidad para bañarnos en semejantes manantiales. También recuerdo un sitio que naturalmente parecía un jardín zen por la simetría y paz que transmitía la posición de piedras y el sonido del caer del agua. El único incidente durante este trayecto fue que nuestra compañera parecía cargar un malestar desde antes, lo cual le dificulto el retorno. En chiste decíamos, o al menos yo decía, que recibió algún maleficio por atreverse a subir la montaña, ya que además fue quien perdió la gorra y tuvo problemas técnicos con su pantalón durante los senderos. A pesar de todo esto pudo tolerar mis malos chistes y luego de recuperarse un poco del malestar mantener un buen humor y absorber las increíbles experiencias que tuvimos durante todos estos días, ganándose además mi admiración.

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Al retorno nuestro menú serían unos frescos porotos con ñame y otros vegetales, acompañados de arroz. Otro éxito o como decían en el grupo «levanta muerto». El resto de la tarde fue perfecto para descansar, en mi caso, desde la hamaca poniéndome al día con mi lectura en el Kindle.

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Día 4

Complacidos

Complacidos

Después de semejantes e inolvidables experiencias, además agradecidos con nuestros anfitriones, no nos quedaba más que regresar. Luego de un breve desayuno, esperamos a Nestor, quien nos mostraría un camino más corto al que tomamos antes para así retornar. El camino fue tranquilo, aunque con la misma constante brisa que nunca nos abandonó y por lo menos una mala pisada que me haría resbalar, de forma algo dramática, algo cómica pero afortunadamente sin daños. Llegaríamos poco antes del medio día a nuestros autos, satisfechos y llenos de aventura y logros. El retorno fue oportunidad para conversar y conocer mejor a quienes viajábamos en mi auto, reforzando las nuevas amistades.

Chao.

Chao.

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