Luego de varias aventuras en cerros desde Panamá Oeste hasta Veraguas, se podría decir que me encontraba en medio de un curso intensivo de senderismo. Aprendí a caer, a levantarme, a caminar kilómetros boca arriba, boca abajo, a controlar mi consumo de agua y también a ser parte de un grupo de amistades. Así entonces llegaría el momento del examen donde pondría todo a prueba, gracias a una invitación a mi primera visita al Volcán Barú. A continuación todo lo que sucedió.
Receta:
- Destino: Llegar a la cima del Volcán Barú (por la ruta oeste – desde poblado de Volcán), Provincia de Chiriquí, Rep. de Panamá.
- Transporte utilizado: Automóvil.
- Tipo de sendero: Intermedia a Difícil, indispensable ir con guía. El sendero esta generalmente en buenas condiciones, pero escombros y el área boscosa requieren experiencia para orientarse correctamente. El terreno varia desde boscoso hasta descampado y arenales con pendientes pronunciadas. Los últimos kilómetros es donde más esfuerzo se requiere.
- Tiempo: Varia según condiciones. 9 horas ida, 6 horas vuelta. Ruta de Wikiloc (cortesía de Gooseman).
- ¿Qué necesitas?: Guía para llegar a la cima, agua (guía por venir), snacks, vestimenta adecuada para enfrentar el tipo de sendero lo cual incluye abrigo y guantes. Se recomienda acampar con sleeping bag y colchoneta que proteja del frío del suelo, para tener oportunidad de descanso al retorno. Una buena mochila llevando solo el peso necesario también permitirán disfrutar mejor del sendero.
Febrero 2015. Recibo una invitación de Gooseman a un grupo de una de sus amistades que planea ir a Volcán Barú. Antes ya tenía otros planes, pero el destino me llevaría a Chiriquí. Mis planes originales fueron cancelados y apareció una oferta de trabajo de mi padre para el lunes inmediato a la invitación al volcán. Esto quería decir que tendría compañía para el transporte y hospedaje el fin de semana antes y después de ascender. Aunque con un poco de dudas sobre mis capacidades, reflexiono sobre la oportunidad y decido aceptar el reto.
En cuanto a capacidades, ya había mejorado. Y en cuanto a equipo, ya tenía casi todo lo necesario: tienda de acampar, sleeping pad, camelback, botas. En navidad recibí una excelente mochila con los amarres necesarios para estos menesteres. Lo único pendiente era abrigo y guantes. Una visita al mall y conseguí un abrigo Columbia tamaño XL (mejor que sobre a que falte) en oferta, pero no habían guantes que me quedaran. Resulta que en la tienda Piex de Via España tienen una gran selección. Con estos detalles resueltos solo quedaba emprender en la aventura.
Un Viernes inicia el viaje hacia Chiriquí con mi padre. Gooseman iría en su auto y otros miembros del grupo tomarían la vía aérea. Llegamos cerca de la media noche del mismo día a David, donde nos hospedamos en el hotel XSACSAC, el cual puedo recomendar en caso necesiten habitación. Dormimos unas cuantas horas para salir a eso de las 3:30A.M. hacia el poblado de Volcán. Esperamos al resto del grupo en el supermercado Romero, la única opción 24 horas para cualquier compra de último momento en el área.
Cuando llegaron todos, siendo un grupo grande contrataron un taxi pick-up. Aún así muchos tuvieron que viajar recostados sobre sus mochilas, con los pies al aire. En mi auto llevamos también un par de participantes. Seguimos al taxi a través de la oscuridad hasta llegar al punto de inicio. Salí del auto y recuerdo el frío inmediato que encendería mi ansiedad sobre el reto en el que me metí. Pero ya no había vuelta atrás y debía confiar en mi entrenamiento y en mi mismo.
Todos listos emprendimos nuestro recorrido poco antes del amanecer con la guía del organizador de este inolvidable evento. Con la caminata entramos en calor y pudimos quitarnos abrigo, los que utilizamos. El primer kilómetro comprende una bienvenida fácil de caminar y donde poco a poco te irás adentrando en el bosque. De aquí y durante el segundo kilómetro, la luz del amanecer adornarán las ramas de árboles y poco a poco podrás escuchar el cantar de pájaros. En el trayecto el peculiar grupo no deja de tomar fotos de selfies y yo no dejo de tomar fotos de ellos ni del hermoso paisaje que me rodeaba, lleno de flora para mi nunca antes vista. El clima se vuelve placentero y aunque hay algunas subidas no representan mayor esfuerzo. Esto no quiere decir que no sintiera cansancio al inicio, especialmente en las pendientes, aunque fue tolerable tomando en cuenta la mochila que llevaba con litros de agua, comida, abrigo y refugio necesario.
Cerca del medio día llegaremos al punto conocido como el mirador. El mismo por un lado da un respiro del cerrado bosque, pero a la vez marca el inicio de la parte más pesada del trayecto. Para llegar hay que subir una pared de rocas, casi escalando. Poco después se encuentra un pozo de agua dentro de la ya relativamente corta sección de bosque que sobra.
El mayor reto se encontraría durante los 3 últimos kilómetros, los cuales comprenden la mayor cantidad de ascenso sobre el terreno más difícil. Aquí el arenal, el sol pegando directo, el cansancio acumulado, la enorme inclinación por los cientos de metros de ascenso aún por emprender… no importan, solo algo de descanso te permite disfrutar las vistas que representan todo lo que has literalmente superado. Vuelves la mirada hacia abajo y cuidas paso a paso. Mirar arriba a veces resultaba difícil mentalmente, ya que ves cerros detrás de cerros y uno piensa nunca terminarán.
Yo quede de último con 3 personas más, entre ellas Gooseman. Llegamos a la sección «del cable». La neblina empieza a llenar de misticismo el lugar y cada paso se siente. Aunque mis pies estaban relativamente bien por las botas, el resto de mi pierna izquierda empieza a sufrir de un jalón y algo de calambres.
Reposo y continuo. Ahora empiezo a sentir sobre mis hombros el cansancio por peso de la mochila. Eventualmente superamos esta sección, pero aún faltaba un poco más. Llegamos al área sobre el crater, donde nos esperaba un poquito de plano y nuestro guía, algo impaciente por nuestra demora. Entendible ya que lo ideal es llegar con luz a la cima para facilitar el campamento y evitar más frío. Por suerte ya faltaba poco, traducido a 1 hora o más de caminata inclinada sobre el sexto y último kilómetro para llegar a la base de las antenas.
Eventualmente llegamos. Ese día no subimos a la cima para poder instalar nuestro campamento, pero solo faltaban unos cuantos metros más y ya las vistas eran espectaculares. Al quitarse uno su mochila, como diría Gooseman, se sentía como si se pudiera volar. Llevaría mucho tiempo recrear ese sentimiento tan divertido aunque haya tomado tanto sacrificio.
Algunos muchachos del grupo intentaron buscar leña para crear una fogata, que igual nunca sucedió ya que al caer la noche, el frío con el cansancio obligaba a todos a entrar en sus campamentos a descansar.
Yo pude poner a prueba tanto mi campamento, como los demás accesorios para poder descansar cómodamente. El frío dentro de la carpa y el sleeping bag fue completamente tolerable a pesar de estar debajo de los 10°C. Mis pies si sintieron mayor parte del frío pero Gooseman como siempre había conseguido unos calentadores de pie muy útiles para esta ocasión.
A pesar de despertarme varias veces durante la noche, costumbre mía en campamento, pude reposar lo suficiente para levantarme alrededor de las 5:00 A.M. Salgo de la carpa para ver el ambiente de calma, ya que todos aún dormían. La luna se podía apreciar a través de las antenas y poco después empezarían a cambiar los colores del horizonte a distintas tonalidades de rojo, amarillo y naranja.
Con el anunciar del amanecer por venir muchos se levantan y nos preparamos para subir a la cima a recibir este nuevo día. Cada amanecer sobre el Volcán Barú es único, pero si queremos intentar describirlo solo nos queda decir que es como volar sobre las nubes. Desde la cima, la neblina se disipa en ocasiones y las nubes de vez en cuando descubren vistas de los cerros alrededor y paisajes a muchos kilómetros de distancia hasta llegar al océano. El sol aparece y nos impresiona. Varios aprovechan para la sesión de fotos, yoga, selfies y demás souvenirs de esta especial ocasión.
Bajamos con otro objetivo cumplido, en mi caso por primera vez. En este momento algunos del grupo deciden retornar por la ruta Volcán, otros más cansados ya tenían reservado un auto todo-terreno para retornar por la ruta Boquete. En mi caso aunque hubiera sido interesante retornar por la ruta Volcán, el jalón de mi pierna me preocupaba un poco y por seguridad decido bajar por la ruta Boquete, aunque fue caminando con la compañía de Gooseman. Otra parte extraordinaria de estos senderos largos es la oportunidad que te dan de conversar sobre todo y conocer mejor a tus compañeros. El mismo es un nexo inevitable en la montaña. Otra sorpresa en el retorno fue ver grupos de personas invidentes, acompañadas por voluntarios de instituciones como Sinaproc y Senafront para darles la oportunidad de llegar al punto más alto del país con éxito.
Catorce y medio kilómetros después, estaríamos en la base de ANAM (ahora Ministerio de Ambiente), esperando que mi padre nos recogiera luego de avisarle con la poca batería que sobraba en el iPhone de Gooseman.
Terminada la aventura, retornamos a David a nuestro hospedaje para disfrutar una excelente comida del restaurante del hotel. Gooseman se quedo unas horas más para emprender su camino de vuelta a la capital, mientras que yo y mi padre nos quedaríamos un par de noches más para trabajar el Lunes en el área y visitar un poco más (fotos extra debajo).
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