Parte 5 de 7 – ver parte 4, 3, 2 , 1
Miércoles, 26 de Octubre. Esa mañana, luego de un excelente desayuno y atención del Hotel Cuello de Luna (haciendo referencia al Cotopaxi), regresaríamos a Quito para buscar al colega Ryan en las oficinas de High Summits. A Ryan lo conocimos durante nuestro ascenso del Illiniza Norte.
Durante las aventuras pasadas, los incidentes causaron ciertas preocupaciones a nuestro colega Paco. Él consideraba que sería injusto si por mi ritmo más bajo no se pudiera hacer la cumbre que él veía como su enfoque, el Chimborazo. Por ello, estaba solicitando a la organizadora del tour que le consiguiera un guía adicional. Como mencioné antes, el paquete incluía un guía para dos personas y puede que el riesgo que eso conlleva no fue correctamente comunicado.
Para fortuna del grupo, Ryan se había comunicado con la misma agencia organizadora, lo que permitió que en la próxima cima se pudiera contar con un guía adicional. Sin embargo, fue solo una coincidencia y no se podía garantizar su compañía para el ascenso a Chimborazo.
Así entonces, pasaríamos también nuevamente por la tienda Los Alpes. Juan, nuestro guía, me recomendó con gran énfasis que evitara usar las botas plásticas para los próximos ascensos, ya que serian mucho más incomodas que unas botas de nieve regulares. Desde el ascenso al Iliniza había alquilado en la tienda botas y un chaleco impermeable, dejando en desuso las incluidas en el paquete e incurriendo en un costo adicional, pero con la intención de hacer las cosas lo mejor posible. Como funcionaron bien decidí alquilarlas durante los días de tour restantes.
Esta vez el auto iría lleno. Manejando estaría Juan, yo de pasajero adelante y detrás estarían Paco con Ryan y el nuevo guía, Estalin. Durante el viaje nos enteraríamos que Estalin hace algunas semanas retornaba no menos que de Pakistan, parte de una de las últimas expediciones del 2016 que intentaron conquistar el K2. Debo aceptar que me entró algo de fascinación el tener la fortuna de conocer alguien con estos logros. No menos fue increíble poder escuchar de primera mano lo que solo toca leer o ver en películas, con detalles personales. En resumen, la expedición no se pudo completar ya que una avalancha se llevó el campo base no. 3, lo que obligo a todas las expediciones a retornar.
En el camino nos detendríamos por almuerzo, el cual no decepcionó, así como la sopa, de otra variedad pero tan deliciosa como todas las anteriores. Sin importar a donde íbamos, fuera una fonda, restaurante en una estación de gasolina o un refugio, cada sopa fue diferente y especial.
Nuestro recorrido en auto terminaría afuera del refugio del parque Cayambe-Coca. Este refugio es mucho más grande que el anterior y desde el cuarto que se nos asignó podríamos ver parte del glaciar. En ese momento solo pensaba en que aún no sabia como llegué hasta ahí.
Al rato saldríamos hacia un parche de hielo cercano para poder aprender sobre las técnicas de caminata en glaciar y el uso de nuestras herramientas de nieve, especialmente los crampones y el piolet. Como ascender, como descender, como caer. Todo de gran importancia para poder negociar el terreno y la seguridad del grupo. Aquí la experticia de nuestros guías nos permitió aprender con facilidad los distintos métodos.
Siendo una cumbre por encima de los 6 mil, la tercera más alta de Ecuador, y la dificultad, estaríamos saliendo alrededor de las 10 de la noche. Antes dormiríamos un poco (los que no sufríamos por mal de altura).
La caminata serían horas de esto, pero de noche.
Desayunaríamos justo antes de salir. Juan se encargaría de guiarme mientras que Estalin llevaría a Ryan y Paco.
El camino lo pude documentar poco. Recuerdo que luego de algunas horas de caminata, llegamos al glaciar. Ahí nos equiparíamos y los grupos quedaríamos enlazados por cuerda a nuestros arnés a lo largo de la noche.
Desde alguna hora de la madrugada empecé a sentir malestar en mi cuello y hombro derecho, mientras practicaba las distintas formas de ascender el glaciar. Al principio se podía ignorar pero eventualmente el malestar se convirtió en un dolor. Inconscientemente estuve disminuyendo mi ritmo hasta que tuve que confesarle a Juan que estaba teniendo problemas.
A simple vista estaría caminando más lento, pero la realidad es que los pasos que tomaba hacían sentir el peso de la mochila sobre mi hombro y la presión generaba el dolor.
Probablemente después de una hora de intentar ignorar lo obvio, tuve que tomar la dolorosa (literal y figurativa) decisión de retornar. Juan me sugirió intentar avanzar hasta el amanecer para medir mejor el rendimiento, pero aún faltaba más de la mitad del recorrido. Habiendo logrado ascender entre 5600 y 5700 metros sobre el nivel del mar, sentía interminable el camino.
El retorno no fue nada fácil. Probablemente una de las experiencias más dolorosas que he pasado. Me daba pena, en especial porque supe que a simple vista solo parecía ser cansancio.
El amanecer nos recibió con una hermosa vista que solo podré recordar, al no tener las energías o humor para sacar la cámara fotográfica de la mochila. Recuerdo la luna creciente sobre la cumbre del Cayambe y el panorama despejado con los primeros rayos del sol descubriendo nevados a la distancia.
Yo solo podía ver unos segundos. Descansar, por más que quisiera, era difícil por el largo y lento recorrido de retorno así como por el dolor que me causaba levantarme luego de cada descanso sobre el suelo.
Estoy seguro debió ser un momento difícil para el guía también, por lo que aprecio su enorme paciencia. No solo el no poder hacer la cumbre, pero además la preocupación por mi condición y tener que hacer un retorno con un ritmo tan lento, debió requerir de mucha tolerancia.
Alrededor de las 9 de la mañana lograríamos regresar al refugio, donde quedaría plantado sobre la cama sin querer moverme. Unas horas después retornaría el otro grupo, con la cumbre conquistada. Aunque no sin dificultades, nos contaron aparte del esfuerzo, que Paco quedó en una grieta del glaciar. Afortunadamente su retorno fue testimonio de que todas las pruebas fueron superadas con éxito.
La otra fortuna es que Estalin llevaba consigo tabletas de Ibunoprofeno. Hasta la fecha no me había pasado por la mente la necesidad de medicarme. Pero la tableta fue un alivio enorme, lo que me permitió al menos levantarme para poder empacar mis cosas, almorzar y poder moverme nuevamente.
Desde ese momento mi rendimiento causó dudas en mí y ni se diga en el colega Paco, quien antes había compartido pocas palabras conmigo o sobre mí, estaría esa tarde en las oficinas de High Summits exigiendo se le asignara un guía propio para ir a Chimborazo. Lastimosamente el compañero Ryan tenia otros planes y no pudo ser convencido de ir a la próxima aventura. La agencia solo le daba la opción de pagar un guía adicional, lo que no fue de su agrado y propuso que yo lo pagara. Como yo ya estaba claro de los riesgos y no tenia planes ni dinero para un guía adicional, simplemente decline la oferta. Si hice claro que estaría evaluando mi condición y cómo me recuperaba antes, ya que consideraba la posibilidad de no hacer el intento de cumbre si lo veía inseguro para mi bienestar.
Para entonces el dolor ya había pasado y teníamos un día de reposo en Baños y otro en el refugio de Chimborazo, lo que me daba tiempo suficiente para considerar todas mis opciones.
http://tiendapedia.com/2016/12/vacaciones-de-las-vacaciones-en-banos/
Categories: Aventuras
Tags: Ecuador.