La última semana del 2016 nos fuimos a Volcán, en la provincia de Chiriquí. Hace un año yo estaría empezando una aventura solo, subiendo el Volcán Barú. A pesar del contexto, fue una experiencia gratificante. Este 2016 regresaría a las faldas del Volcán para acompañar a RuJack, quien tendría las verdaderas aventuras y me agrada poder compartirlas con ustedes.
Si quieren un video-resumen, Instagram es nuestro amigo!
A diferencia de otros viajes largos, RuJack está ya acostumbrado a viajar y pudo permanecer tranquilo todo el trayecto de aproximadamente 7 horas, con un par de paradas.
Ya en Volcán, conocería nuevos amigos humanos y caninos. Su primer contacto canino fue con Zeus, quien se encontraba casi tan emocionado como RuJack de jugar con otro perro. Esa tarde jugarían hasta el cansancio en una casa cerca de la vía principal. Pero nuestro destino más tarde sería un par de cuadras más –arriba–, donde pernoctaríamos el resto de la semana. Allá conoció a Frankie, un enorme Rohedisian Ridgeback ó Perro León Africano.
Lastimosamente por el cansancio de jugar con Zeus, los intentos de Frankie de jugar con RuJack darían una impresión más intimidante. A pesar de empezar con el pie izquierdo, más adelante ambos aprenderían a llevarse un poco mejor, con nuestra ayuda.
La mañana siguiente saldríamos de nuestra hamaca para nuestra primera visita: Las Lagunas de Volcán. Este sitio no está lejos de la via principal pero la carretera no está en las mejores condiciones por lo que se debe transitar con cuidado. El plan era conocer las dos lagunas más grandes. El recorrido por la primera nos llevó hasta la mitad del camino, donde no encontramos por donde seguir. De regreso también estuvimos dando algunas vueltas, ya que se nos había perdido un pequeño desvío que teníamos que tomar. Pero como siempre, RuJack nos sigue sin quejas, aunque decidí ayudarle parte del trayecto por lo espeso del monte en algunos puntos.
La mañana siguiente, después de llamar para confirmar que podíamos llevarlo, iríamos a Sitio Barriles. El museo arqueológico y temático de manera humilde alberga uno de los lugares arqueológicos de gran atractivo en Panamá. Al llegar, nos recibieron un grupo de 5 o 6 perros poco amigables con RuJack. Me tocó hacer la excepción y levantarlo para que no fuera alcanzado, hasta que se calmaran. Mi error sería volverlo a bajar ya que regresarían y pondrían a «correr por su vida» al pobre Rujacksin. Afortunadamente solo le toco una pequeña revolcada y los perros fueron llamados por sus dueños, alejándose el resto del trayecto. Fuera de eso, no tuvimos ningún inconveniente y RuJack como siempre se mantuvo tan feliz como nosotros en conocer el bello sitio.
Ese mismo día también recorrimos un poquito del río Cuesta de Piedra, aunque había mucha gente por lo que optamos regresar.
El próximo día pasaríamos por la casa de Zeus. El pobre estaría un poco enfermo y no tan juguetón como de costumbre. Esto solo sería por algunos días ya que luego de ser atendido por un veterinario y medicado estaría mejorando y volviendo a ser el mismo de siempre. El día nosotros también lo tomaríamos de descanso y por mi parte para adelantar algo de trabajo.
Al día siguiente estaríamos conociendo más del pueblo, caminando hacia una toma de agua con la compañía de Frankie y el resto del grupo. Ambos lograrían llevarse un poco mejor.
Esa tarde también iríamos en un breve picnic por «los pinitos» alrededor de la entrada del sendero hacia Volcán Barú. Luego de un estrepitoso camino en auto llegaríamos y nos quedaríamos un rato. Aprovechamos para correr un poco alrededor.
Nuestra próxima aventura sería un recorrido hacia la entrada del sendero Los Quetzales. En esta ocasión solo podríamos ir hasta la casa de guarda parque en El Respingo, ya que las mascotas no se permiten en el sendero.
De todas formas fue un lindo recorrido y tanto Frankie como RuJack la pasaron de lo mejor. Lo más sorprendente fue que en medio de la caminata vienen de retorno una pareja de extranjeros con dos perros. No solo eso, sino que uno de los perros era del tamaño de Frankie y el otro también era un Jack Russell! Naturalmente, este encuentro estuvo lleno de ladridos y haladas de cadenas. Nada dice aventura como lo inesperado.
De regreso nuestra tarde terminaría en la Finca Janson, disfrutando de un delicioso cafe y RuJack relajándose con la vista hacia el majestuoso Volcán Barú.
Un par de días después cerraríamos nuestras aventuras dirigiéndonos hacia una pareja de cascadas conocidas como los mellizos (o las mellizas? o los gemelos..?), un punto mágico del paso del río Gariche. RuJack nos acompaño sin líos, aunque claro hubo que cargarlo durante los distintos cruces del río. Intentamos conocer otro salto más alto pero lastimosamente el sendero se había cerrado por lo que nos tocó retornar.
Nos quedamos a celebrar con nuestra familia adoptiva el año nuevo y ya el 1ro de Enero lo recibiríamos, yo nuevamente, en Chiriquí, pero esta vez retornando ese día, con la motivación como siempre de regresar para seguir conociendo más de esta hermosa región.
Categories: Aventuras, Chiriquí, Tierras Altas
Tags: RuJack.
RuJack el aventurero, me encantaron las fotos y más aún las historias de RuJack y sus amigos en los senderos 😍
De verdad que ver las aventuras a través de los ojos de RuJack es una de las más gratas experiencias. Gracias por compartir!